"Si hay en el mundo una historia bien
documentada es la de los vampiros. No falta nada: testimonios orales,
certificados de personas notables, de cirujanos, sacerdotes y magistrados. La
evidencia jurídica es de las más completas. Sin embargo, ¿quién cree en los
vampiros?
Jean-Jacques Rousseau
En: "Carta
al Arzobispo de París", refiriéndose con contundente ironía a las "pruebas"
sobre la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. A todas luces mucho menos
acreditadas en términos históricos documentales que el vampirismo.
"Sólo tendrás que abstenerte de comer la
sangre,
porque la sangre es la vida, y tú no debes comer
la vida junto con la
carne"
(Deuteronomio, 12-23). |
Alguna vez te has preguntado el por qué se
alimentan los Vampiros si se trata de organismos muertos. Para algunas
personas la respuesta es simple, porque necesitan energía para “¿vivir?”
Hagamos un análisis más profundo, primeramente
podríamos concluir que los vivos y los no muertos (o no vivos, mejor
denominados Revinientes o Redivivos), utilizan energía para poder desempeñar
sus actividades. En torno a los denominados muertos vivientes, en particular
los vampiros, siguen este patrón, y se nos ha hecho creer que ellos se
alimentan de sangre, ¿Por qué?
¿Qué tiene este líquido que se le ha considera una
sustancia vital? En particular nada distinto de lo que puede contener cualquier
otro derivado de un ser vivo, esto es proteínas, carbohidratos y grasas. Pero
desde hace muchos años, aproximadamente hace 4 siglos antes de nuestra era,
Aristóteles propone la teoría de la “Pangénesis” donde explicaba el parecido
entre un individuo y sus padres. Él planteaba que cada órgano y estructura
liberan pequeñas gémulas que llegan a las unidades reproductivas, las cuáles consideraba
que estaban en la sangre, que circulan libremente por todo el sistema
circulatorio y se multiplican por la subdivisión y que al mezclarse entre los
progenitores, estas gémulas hacen que el individuo se parezca a sus padres.
La hipótesis también asume que estas gémulas no
necesitan en todos los casos convertirse en células, pero pueden permanecer en
estado latente, y se transmiten de generación en generación sin producir un
efecto notable hasta que se produzca un caso de atavismo.
El vampiro al apropiarse de estas gémulas genera un
proceso de simbiogénesis (conexión entre depredador y presa), apropiándose con
ello del alma de la víctima generando en sí mismo un organismo más complejo.
Así la sangre se vuelve un medio entre lo físico y
lo espiritual. Al tomar la sangre de una persona joven y saludable, el
nosferatu ingería su espíritu y curaba cualquier cosa que afectase su alma.
Para alimentarse el vampiro busca la arteria carótida de su víctima a la que
accede fácilmente desde el lateral del cuello, y clava sus colmillos con una
gran precisión. De este modo puede beber de la víctima todas las veces que
necesite sin que se desangre excesivamente.
Simbiogénesis |
La sangre del vampiro, en cambio, es diferente de
la sangre humana y es lo que le da a los vampiros sus diversas habilidades y es
la esencia de su vida literalmente, mientras que la sangre humana sostiene la
vida, la sangre de vampiro es la vida.
Si la sangre de vampiro es consumido por un ser
humano (o cualquier otra criatura) en una dosis pequeña (una o dos gotas),
aumentará los sentidos, aumentar la fuerza, y puede hacer disfrutar de una
experiencia sexual intensa, y causar alucinaciones. Si se toma en una dosis
grande cuando no hay lesiones en el ser humano, van a tener un gran aumento de
la libido. El ser humano y el vampiro, mantendrán una unión eterna entre ellos,
que pueden convertirse en una relación o fantasía sexual/romántica.
La ahora desechada teoría de la Pangénesis es la
base de la explicación de que un vampiro pueda convertir a un ser humano en
vampiro a través del intercambio sanguíneo, porque se da un intercambio de
gémulas simbióticas.
Como vemos la creencia de que la sangre conlleva
algo especial ha servido para que la fantasía de quienes no conocen nada sobre
vampirismo les permita hacer un sinfín de afirmaciones carentes de
racionalidad.
Entonces ¿Si lo de la sangre no es la fuente de
alimentación del vampiro, qué si lo es?
"La ausencia de evidencia no es evidencia de
ausencia".
Konstantin Tsiolkovsky
Volvamos al planteamiento inicial, lo que necesitan
estos seres es ENERGÍA, así que analicemos qué otra cosa puede proveerlos de
ella de acuerdo a su naturaleza.
Hay varias alternativas que pueden alimentar el
espíritu y estas son: el arte, el amor, el juego y el sexo, cada uno de ellos encienden
el circuito de recompensa del cerebro, las experiencias religiosas también
lo pueden activar, según señala un estudio científico de la Escuela de
Medicina de la Universidad de Utah, en Salt Lake City. El circuito de
recompensa es un grupo de estructuras neuronales de nuestro cerebro,
relacionado con el deseo, el placer y el refuerzo positivo.
“Apenas estamos empezando a comprender cómo el
cerebro participa en estas experiencias”, explica Jeff Anderson, coautor del
trabajo, quien destaca que en los últimos años “las tecnologías de imagen
cerebral han avanzado de tal forma que nos podemos acercar a interrogantes que
existen desde hace milenios”.
Libido |
En los estudios realizados a varios sujetos se
encontró que los sentimientos manifestados por los participantes identificaron
estas emociones como similares a una especie de revitalización.
Basándose en las imágenes del IRMf, los científicos
descubrieron que dichos sentimientos intensos se asocian con la activación del
núcleo accumbens, un grupo de neuronas del encéfalo a las que se atribuye una
función importante en el placer y el sistema de recompensa.
"¿De qué otra forma se puede amenazar que no
sea de muerte? Lo interesante, lo original, sería que alguien lo amenace a uno
con la inmortalidad".
(Jorge Luis Borges).
De acuerdo a la esencia de los vampiros, la fuente
de energía que podría asociarse con estos estudios científicos es la sexual, y
que el psicoanálisis la ha definido como “Libido”, ya que este concepto engloba
todo apetito de amor (erotismo, sexualidad, cariño, enamoramiento, afán por el
cuidado del otro) en su definición.
La libido se puede definir como una carga de energía
vital ligada al sexo que no solo constituye la base del instinto sexual,
sino que se manifiesta en las formas más nobles y sublimizadas del amor, que
nada tienen que ver con la conjunción carnal, considerado por algunos autores
como impulso y raíz de las más variadas manifestaciones de la actividad
psíquica. La mayoría de los médicos y psiquiatras consideran que un nivel de
libido inferior a lo “normal” representa una patología, y recomiendan que se
tomen medidas.
De esta manera la libido que más se aproxima a la
actividad vampírica es la descrita por Sigmund Freud haciendo referencia a la
ENERGÍA VITAL general de la persona y sus instintos de conservación que
contrapone los instintos de la vida (Eros), al instinto de muerte (Tánatos). Así
lo apuntó Freud en sus últimas obras
reconsiderando este concepto y aplicándolo también a la energía productiva y
vital de todo ser, y aquí podríamos incluir el sustento vampírico.
El beso de la muerte
(Tánatos)
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De esta manera la esencia del vampiro, que es como
un sistema que se autorregula gracias a la lucha entre tendencias o instancias
opuestas se mantiene en una especie de estado vital, es decir, la energía
psíquica profunda que orienta el comportamiento hacia un fin, el mantenerse
redivivo y se descarga al conseguirlo. A esta dialéctica interna de la psique
se la llama libido y la única manera de reestablecer esa energía es a través de
su instinto sexual. Por ello las personas que han tenido un encuentro verdadero
con un vampiro real, se agotan físicamente.
Este proceso ha proporcionado una mejor base
científica sobre la conducta de estos depredadores que ahora son mejor conocidos
como vampiros psíquicos. Aunque el término haya cambiado y nos permita conocer
una de sus facetas, todavía queda mucho por descubrir acerca de estos
misteriosos seres.
Fuentes
Hernan Silva Silva. Medicina Legal y Psiquiatría
Forense. Ed. Jurídica de Chile, 1995.
Segatore Luigi, Poli Gianangelo. Diccionario médico
Teide. Editorial Teide, 1983.
Quijano Peñuela Jorge Eliécer. Ciento cincuenta
años del natalicio de Sigmund Freud. Pensando Psicología 2006; 2(2): 27-34.