2 de febrero de 2013

Yo no creo en fantasmas, pero les tengo miedo.


La noche y los fantasmas se llevan bien. Es un binomio que ha logrado mantenerse en buenos términos durante siglos en el imaginario de la gente, sustentando así una abundante literatura que, aún hoy, sigue hablándose de ello con gran éxito en todos sentidos.

Fantasmas, voces, espíritus, ovnis... La lista de fenómenos paranormales es tan larga como incomprensible. Lo curioso es:

1.       ¿cómo algunas personas pasan de una simple creencia a la devoción ciega que incluso ha provocado suicidios masivos?

2.       ¿Qué hace que alguna vez caigamos en la tentación de lo paranormal?

Los fantasmas nos seducen, nos interesan, nos inquietan. No es posible la neutralidad o la absoluta indiferencia cuando alguien instala el tema en una mesa de discusión. Se les puede temer o rechazar, pero nunca hacerlos a un lado sin algún comentario irónico, escéptico o crédulo.

La creencia en la existencia de fantasmas es un hecho generalizado que se fija prácticamente en todas las sociedades de la Tierra. Leyendas, cuentos populares, rumores y folklore referidos a ellos, testimonian —directa o indirectamente— el interés que los hombres tienen respecto de lo que sucede más allá de la muerte.

Los fantasmas nos hablan de nosotros mismos. Sus apariciones son nuestros propios reflejos. Nos muestran, desde un ángulo original, cómo hemos elaborado a lo largo de la historia nuestra identidad; y de qué manera se entretejieron variables culturales, psicológicas y sociales en la construcción de entes que a{un discutimos si son reales o solo producto de la imaginación.

Definir qué es un fantasma depende del espacio y del tiempo. Depende del lugar que cada persona se adjudica a sí misma dentro del universo.

El fantasma oculta y revela muchas cosas al mismo tiempo.

El sentido de "lo imposible" tomó su forma original y con él, el status de las maravillas se vio transformado. La antigua convivencia con los espectros (que nunca dejaron de inquietar un poco) se alteró y "lo sobrenatural" apareció como una fractura a la coherencia, sorprendiendo y aterrorizando. Desde entonces, los fantasmas se transformaron en entidades perturbadoras. Al descomponerse la fluidez antes existente entre este mundo y el Más Allá, el terror hizo acto de presencia, ya que el contacto entre ambas realidades podía poner en riesgo la salud física, psíquica y moral de los hombres.

Con las historias de fantasmas, aquello considerado ficcional ocupaba un lugar concreto en lo cotidiano, y esa usurpación del espacio por lo inmaterial empezó a ser uno de los terrores más profundos que surgían de ese tipo de relatos.

La gente lista cree cosas raras porque es hábil en defender creencias a las que ha llegado por razones tontas... La mayoría la mayor parte del tiempo, llegamos a nuestras creencias por una variedad de razones que tienen poco que ver con la evidencia empírica y el razonamiento lógico”.

A ese fenómeno se le conoce como sesgo de confirmación, y se refiere a una investigación tendenciosa o preconcebida que, incluso antes de hacerla, se está seguro que comprobará la creencia.

Sus resultados son dudosos y se les denomina como errores de interpretación.

Luego entonces seguiremos creyendo en fantasmas porque sí, porque no tenemos argumentos ni para defender su existencia, ni tampoco tenemos elementos para refutarla.

Así pues, seguiremos no creyendo en ellos, aunque con mucho temor de que se nos aparezcan.